Cookie Consent by Free Privacy Policy website La evolución del Museo - Museo del Ferrocarril de Cataluña
La rotonda

De la prehistoria a la génesis del Museo

La génesis del Museo del Ferrocarril de Cataluña se remonta a 1972. Parte de una iniciativa de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Barcelona, a raíz de la celebración del XIX Congreso de Modelistas Europeos del Ferrocarril (MOROP) por esta razón se decidió reunir en Vilanova una amplia exposición de locomotoras de vapor.

El motivo de elegir la capital de Garraf fue la existencia de un antiguo depósito de locomotoras que había dejado de funcionar en 1967 y que permitía disponer de un puente giratorio, depósitos de agua y una rotonda para guardar las máquinas. Las Instalaciones vilanovinas tuvieron gran actividad desde finales del siglo XIX hasta mitad del XXI, siendo un hecho el que atrajeron a empleados ferroviarios de todo el estado a esta ciudad, que llegó a tener empleados a más de 900 profesionales. Sin duda el ferrocarril marcó la historia contemporánea de la población.

Una vez aprobada la iniciativa de hacer una exposición en las vías del complejo ferroviario de Vilanova, Renfe trasladó vehículos de diferentes lugares de la península para su exhibición en la ciudad. Finalizado el Congreso Internacional la mayoría de este material quedaría estacionado, siendo el embrión del futuro museo que aún tardaría en materializarse.

En 1981, coincidiendo con el centenario de la línea de Barcelona a Vilanova y la Geltrú, Renfe y la Generalitat promovieron la creación en Cataluña de un museo del ferrocarril con un modelo de gestión compartida. Tras la firma de un primer convenio de colaboración, al que posteriormente se incorporaría el Ayuntamiento de Vilanova y la Geltrú, se acuerda el reparto de las actuaciones necesarias para la apertura de Museo. La Generalitat rehabilitó el edificio de la Rotonda y convocó un estudio arquitectónico de ideas para la intervención integral que transformase un depósito de locomotoras de vapor en un verdadero equipamiento cultural, un concurso que no llegaría a resolverse porque el propósito inicial de gestión participada terminó truncándose. Por su parte, Renfe restauró a los vehículos con la colaboración de una escuela-taller municipal e incorporó el edificio del economato, que estaba en desuso, como espacio de recepción y servicios.

El Museo abrió sus puertas el 3 de agosto de 1990 por voluntad del Ayuntamiento y de Renfe, pero sin un plan de intervención global, ni una organización, ni un fondo que convirtiese el viejo depósito y el edificio de servicios en un Museo de verdad. El factor clave que hizo posible su evolución y desarrollo en los primeros años fue la pasión, la tenacidad, la generosidad y el empuje de diferentes personas y expertos del mundo ferroviario. A partir de 1993, cuando Renfe pasa la gestión a la fundación cultural especializada en el ferrocarril, se empezó a profesionalizar su funcionamiento.

Renfe en 1993 le encarga la gestión a la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Fue a partir de ese año cuando se formalizó la existencia del Museo como tal, asignando unos primeros recursos económicos y humanos, fijando horario de apertura al público, precios, un protocolo de funcionamiento, un primer inventario y la creación del audiovisual "Sube al tren de la historia" que consiguió el premio internacional Laus a la excelencia en la comunicación audiovisual.

De depósito de locomotoras de vapor a Museo del siglo XXI

Del 150 aniversario a 2008

En 1998 se celebra el 150 aniversario de la primera línea Barcelona-Mataró y la Fundación se plantea la conmemoración como la oportunidad para dar también un impulso al Museo. A partir del año siguiente se establece un nuevo programa de exposiciones y de actividades para diferentes públicos, en especial por el escolar. Es también cuando la Gran Nave, construida en los orígenes del ferrocarril de Vilanova (1881), se incorpora definitivamente al Museo. En 1999 se inscribe en el Registro de Museos de la Generalitat de Cataluña con el número 114.

En los diez años siguientes se realiza una labor sostenida de consolidación del equipamiento como un espacio dinámico al servicio de la sociedad y de establecimiento de vínculos externos, así como de preservación y documentación patrimonial y de rehabilitación arquitectónica. Se crearon diferentes ámbitos en el edificio del economato, como fue la biblioteca-hemeroteca, el archivo y la reserva.

Fue en este periodo cuando se rehabilitaron y recuperaron dos edificaciones históricas: la antigua nave del taller de suministros, como Espacio Siglo XXI (2000), y uno de los depósitos de agua, como Espacio Gumà (2006). De igual manera se incrementaría la infraestructura con tres nuevas vías para poder crecer e incrementar el número de vehículos preservados. Se incorporaron dieciséis vehículos a la colección inicial, entre otros elementos patrimoniales; se construirían o adaptarían diez pasarelas para la visita al material; se instaló el Parque de la Vall de Núria en el exterior, obsequio de FGC en el 75 aniversario del Cremallera; y se transportó el gran mural del escultor Josep Maria Subirachs creado para la estación de Sants. En cuanto a restauraciones hubo más de 25 intervenciones en material histórico rodante hasta 2008.

A pesar de las actuaciones realizadas en este periodo en diferentes ámbitos (educativo, comunicación, conservación, documentación...) continuaban pendientes las inversiones esenciales para convertir las instalaciones del antiguo depósito en un verdadero museo accesible y moderno.


La energía de la colaboración

Tras estos años de progreso, es durante la crisis económica cuando se produce el punto de inflexión. La decisiva cooperación en el proyecto de una serie personas y de las instituciones que representaban, hicieron posible encauzar el futuro Museo. En el siguiente enlace se pueden consultar las organizaciones que colaboran en hacer possible el sueño de impulsar un museu del ferrocarril del siglo XXI.

En el 2007 el director del Sistema Territorial del mNACTEC, Eusebi Casanelles, concedió una subvención de la Generalitat de 30.000€ para la elaboración de un anteproyecto integral. La colaboración del área de patrimonio del ADIF, como titular de las instituciones, permitió hacer un Master Plan para convertir el histórico complejo ferroviario en un verdadero Museo. El arquitecto José Ramón Pastor, responsable de la rehabilitación de la Estación de Francia, fue el que, por parte de Adif, dirigió todos los proyectos y obras de los años siguientes que ejecutó el arquitecto, Jordi Roig.

En el mismo periodo, el diputado vilanovino en el Congreso de los Diputados, Carles Campuzano, tras una visita al Museo en la que detecta la potencialidad de este activo del territorio, presenta una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado de la que derivaría una aportación de 450.000 € en el 2009 y de la misma cantidad en 2010. Los 900.000 € permitieron hacer rehabilitaciones de urgencia en dos de las edificaciones más emblemáticas y deterioradas: la Nave del Puente-Grúa y la Rotonda, a la vez que la realización de dos proyectos ejecutivos para poder continuar en el futuro las intervenciones.

El convenio del año 2010 entre el Ayuntamiento de Vilanova y la Geltrú, la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña (FGC) y el Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña (mNACTEC) fue un acuerdo que recordaba al primero que se firmó en los años ochenta. Aunque sin incorporar dos aspectos fundamentales: la gestión compartida y el compromiso económico, fue una muestra pública de voluntad de colaboración para la promoción y el desarrollo del futuro Museo del Ferrocarril.

En los años siguientes se ejecutaron las obras del Ministerio de Fomento, manteniendo el Museo abierto. El resultado fue un crecimiento constante de visitantes, más destacable a partir del 2013, a pesar del complejo contexto económico y la disminución general de públicos de la mayoría de museos.

En el clima de cooperación establecido a finales del primer decenio del siglo XXI, el mismo año 2013 se firmó un Convenio entre la Fundación y el Ayuntamiento para la utilización compartida de la Nave Puente-Grúa hasta el 2019. Un acuerdo innovador y pionero en los museos del país que supuso una destacable inversión municipal en la Nave más antigua y singular del Museo y la oportunidad de poder ser utilizada abriéndola a la ciudad.

Dos hitos acabaron de impulsar la vocación educadora del Museo. Por un lado, el inicio del Máster en Sistemas Ferroviarios y de Tracción Eléctrica del Campus de la Universidad Politécnica de Cataluña en Vilanova y la Geltrú, posible por la estrecha cooperación de la UPC con la Fundación y con el Museo, un posgrado que supuso un paso decisivo para la capitalidad educativa del ferrocarril en Cataluña. De hecho, tres años después también en Vilanova empezaría a impartirse por primera vez en España un grado medio de formación profesional dual en mantenimiento de vehículos ferroviarios. Con estos estudios la capital del Garraf se sitúa como primer centro de formación de profesionales del sector ferroviario en Cataluña. La tarea educativa del Museo con el apoyo del Instituto Municipal de Educación de Barcelona y el de Vilanova o con el Centro de Recursos Pedagógicos del Garraf ha contribuido decisivamente al conocimiento del sistema ferroviario.

Será también en este periodo cuando se consolida la creación del colectivo de voluntarios del Museo, una propuesta que llevaba años gestándose. Un pequeño grupo de jubilados ferroviarios comenzaron en 2006 a colaborar en tareas de restauración. La paulatina incorporación de personas (no siempre vinculadas originalmente en el mundo de los trenes) para actividades de documentación, difusión o de atención a los visitantes, desembocaría en la constitución en 2009 de la Asociación de Socios y Colaboradores del Museo (SiC). Una de sus principales hitos fue la recuperación y rehabilitación del valioso coche americano Harlan, una restauración compleja que supuso una inversión de ocho años de trabajos. Este vehículo pudo incorporarse a la colección expositiva como una de sus principales joyas. Fueron merecedores del Premio Bonaplata 2015, distinción que cada año otorga la Associació del Museu de la Ciència i de la Tècnica y de Arqueologia industrial de Catalunya, en la categoría de entidad colaboradora, como reconocimiento a su labor en la puesta en valor del patrimonio industrial, técnico y científico.