Loli Ramírez Espejo

Loli Ramírez Espejo


El Museo del Ferrocarril de Cataluña puso en marcha el proyecto "Mujeres del Tren" en 2022, con la voluntad de dar visibilidad y reconocimiento a mujeres del mundo del Ferrocarril. Personas anónimas que con su labor han contribuido a la evolución y el progreso de la movilidad ferroviaria. Queremos dar voz y valorar la labor y las dificultades de encaje de las mujeres en un sector mayoritariamente masculino.

Este año os acercamos la historia de Loli Ramírez Espejo, maquinista de Renfe de las primeras promociones públicas en las que entraron mujeres, en los inicios de la década de 1980. Representa a un colectivo de mujeres que fueron de las primeras en ponerse al frente de un tren y desafiar entornos y culturas laborales que todavía no estaban preparadas para acogerlas. La extensión de la presencia de la mujer a partir de los ochenta en todas las categorías supuso el establecimiento de nuevas relaciones, conductas y estilos que también obligaron a adaptar dependencias, vestuarios, uniformes, vocabulario, en definitiva, a abrir las puertas y mentes, para dejar entrar aires nuevos.

Saga Familiar.

Pese al origen público de las pruebas de ingreso, en las que ya no existía distinción positiva por parentesco, un gran número de los nuevos ingresos tenían historia familiar ferroviaria entre finales de los setenta y ochenta. A los veteranos empleados del ferrocarril que habían accedido en los tiempos del vapor y que profesaban un profundo sentido de “la familia ferroviaria”, les parecía que lo natural es que sus descendientes siguieran encarrilados en una compañía que consideraban suya. Animaban a los jóvenes a estudiar los temarios que les permitían presentarse a las oposiciones para entrar en “su Renfe”. Para ellos representaba el relevo natural del testimonio de ancianos, a padres a hijos y, por fin, también a hijas.

En este caso, podemos decir que Loli estaba predestinada a ser ferroviaria, al menos por la rama paterna de la familia. Su abuelo paterno, Basilio Ramírez, fue Sobrestante, responsable del personal de vías y obras. Su abuela, Dolores Alcázar, fue guarda como nuestra protagonista del “Mujeres del Tren” de 2022. Su padre, Domingo Ramírez, era interventor. Todos los hijos (Cándido, Domingo, Basilio, Justo y Jesús) de estos abuelos ferroviarios de Loli trabajaron en el ferrocarril menos la hija mayor que, como no podía ser de otra manera, se casó con un ferroviario, el yerno Cristóbal.
 


Dolores Alcázar, abuela de Loli que trabajó de guardabarreras en Cabra de Córdoba


Abuelos paternos, Dolores Alcázar y Basilio Ramírez


Los abuelos de Loli con uno de sus hijos, el tío Justo Ramírez


La nieta sigue los “pasos ferroviarios”.

Era la primera nieta y vivió gran parte de su infancia rodeada de esta gran familia ferroviaria, donde ella lo pasaba muy bien con las comidas para todos que preparaba su abuela en la “casilla” de guardabarreras, mientras ella cantaba y bailaba para divertir y distraer a grandes y pequeños.

  • Primeras convocatorias
    Fue así, en ese entorno, como a Loli le acabaron gustando mucho los trenes y teniendo el sueño de ser maquinista desde muy pequeña. Tan pronto como pudo empezó a presentarse a convocatorias de trabajo de Renfe. Los hombres lo tenían más fácil porque más pronto podían acceder a la empresa a través del servicio militar, pues en Renfe existía esta posibilidad, dentro de un área dependiendo del “Ejército de Tierra”. El primer marido de Loli había aprovechado esa oportunidad y era ferroviario desde los 18 años. Ella, o cualquier otra mujer, debían esperar a que se publicara una convocatoria de trabajo en la que fuera posible siendo mujer presentarse al examen correspondiente. La primera vez que lo hizo en 1980, recuerda que tuvo que ir a Montjuic y era para ser informadora, pero no aprobó; tampoco en la segunda de especialistas de estación. Pero ella, que no sabía estar parada, empezó a trabajar en Baricentro, en Barbarà del Vallés, uno de los primeros que se abrieron.
     
  • Primer destino laboral
    En 1982 aprobó en la convocatoria de ayudantes de maquinistas, precisamente para el tipo de trabajo que más le gustaba. Sin embargo, iba avisada de que no sería un camino fácil. Antes de empezar en su destino fue necesario realizar un cursillo, que se llevó a cabo en la Avenida de Icaria con el resto de aprobados, hombres y mujeres. Menciona que allá ellas sintieron la presión de encontrarse en minoría. Las iban avisando de que se trataba de un trabajo muy duro, debían tener mucha fuerza y, por tanto, era difícil que una mujer pudiera superarlo.


La foto más antigua que tiene Loli en sus álbumes es esta, de cuando hacían el curso para ayudante de maquinistas. Debe ser sobre mayo/junio de 1982


Primeras Mujeres en lugares habitualmente de hombres.

Habían aprobado 130 personas, de las que sólo 7 eran chicas. Podían terminar a distintos tipos de servicios como ayudantes de maquinistas.

  • Condiciones de trabajo. Compañeros, empáticos y no tanto
    La edad de los compañeros y su situación era muy diferente a la que tenían ellas, como hemos aludido antes, ellos tenían antigüedad y pudieron elegir adónde querían ir de ayudantes a servicios más modernos y limpios. Ellas tuvieron que optar por lo que quedaba, en Poble Nou, para trabajar con maquinistas que venían de conducir máquinas de vapor. El primer día que se presentaron, incluso sus futuros compañeros pusieron cara de “dónde van estas pobres”. No existían las mínimas condiciones adaptadas a mujeres como lavabos, vestuarios o duchas específicas, que no hubo hasta bastantes años más tarde. Loli recuerda que eran antiguos, de esos que son un agujero en el suelo y no muy limpios. Debían avisar de que entraban o que ya estaban ahí para no encontrarse en situaciones no deseadas.

    Este destino era lo que se conocía como “Reserva Diesel”. En el espacio común recuerda una mesa grande y sillas, cada una diferente a la otra, y una estufa de carbón para calentarse en invierno. En cuanto al trabajo, debían mover de un lado a otro unos enormes y pesados bidones de aceite que servían para engrasar varios elementos de las máquinas. Estas operaciones más complicadas se realizaban de noche, en turnos de doce horas que comenzaban a las 18h hasta las 6h de la mañana siguiente. El trabajo era duro, pero estaba encantada. El tratamiento que recibían en muchas ocasiones era como si fueran las hijas de los maquinistas más antiguos. Muchos, sin embargo, eran agradables y empáticos con ellas, pero otros les reprochaban que con su incorporación dejarían sin trabajo a sus hijos. Hacían turnos de taller en Can Tunis y otros de circulación en cabina. Durante mucho tiempo fue ayudante del maquinista Felipe Peribañez Álava, al que recuerda meticuloso y buen trabajador, y con el que aprendió mucho durante los dos años y medio que trabajaron juntos.
     





  • Algunas de las instalaciones y compañeros de Loli en la “Reserva diésel” que nos cuenta Loli. Ella no aparece en las fotos, pero ilustran sus primeros años. Las imágenes fueron facilitadas por su compañero Eliseo Alba Álvarez, que se jubiló como maquinista del AVE.


  • Cercanías desde 1993. Un padre y una hija coinciden trabajando en el mismo tren
    Loli permanece once años como ayudante al mismo servicio, hasta que en 1993 consigue pasar a ser maquinista llevando trenes de cercanías ella sola. Lejos de lo que podemos imaginar, los turnos y los destinos no son siempre cercanos, pues a veces los trayectos terminan en Manresa, Blanes, Vic o Puigcerdà. Cuando habla de Puigcerdá le viene a la cabeza un recuerdo muy entrañable. El primer día que hacía ese destino, al llegar a la estación se da cuenta de que su padre está en el andén. Ella se sorprende, quizás ha venido a saludarla, pero la sorpresa es mayúscula cuando le informa que ella será la maquinista y él el interventor de ese tren. Entre risas emocionadas nos cuenta que todos los pasajeros supieron por su padre que la conductora era su hija. ¡Un bonito recuerdo para esta guerrera ferroviaria! Como también es bonito recordar, y lo dice satisfecha, que ella es de los pocos maquinistas que cuentan en su trayectoria laboral con cero atropellos. Es una circunstancia que sabe que a los compañeros que han sufrido esta situación adversa e inevitable para ellos, afecta mucho psicológicamente. Es más, Loli nos cuenta que dos veces ha podido esquivarlo a tiempo y convencer a aquellas personas para apartarse de la vía y desistir de su funesta idea.
     



  • Hace unos años, el Museo, celebrando los 30 años de las primeras mujeres maquinistas y más tarde, en otros actos dedicados a las mujeres.


  • Derechos específicos de mujeres
    Nuestra protagonista de este año tiene un hijo y una hija. Durante los embarazos, las mujeres maquinistas podían “bajar de la máquina” y realizar su trabajo en otros servicios. Sin embargo, con tristeza nos confirma que su sueldo se resentía por el hecho de realizar “trabajo de despacho” durante varios meses. Todo se complicaba más cuando una vez nacidas las criaturas demandaba horario reducido y de lactancia. Como sus turnos eran habitualmente de doce horas, le reducían solo a ocho, y en muchos casos empezando y terminando en Barcelona, lo que teniendo en cuenta que ella vive en Vilanova i la Geltrú, alargaba su jornada en casi dos horas más. Cuando se podía, la cuidadora le llevaba a los niños a la estación para darles el pecho, si tenía algún descanso entre tren y tren. Loli pone punto final a este tema, que se nota que fue duro para ella, diciendo que no sabe cómo se llevaban estos temas en otros centros o autonomías, pero ésta fue su experiencia en Barcelona.
     



En estas imágenes vemos a Loli arriba con su hijo. En ese tiempo estaba con jornada reducida y hacía la tarea de cambiar las cintas que son como las “cajas negras” del tren. En la de abajo está con su hija con un tren parado para que viera cómo era el trabajo de mamá.



El trabajo, un orgullo, una pasión.

Sus hijos la quieren mucho y siempre han estado orgullosos. Alguna vez oyendo desde el colegio el silbato del tren, sobre todo su hijo había dicho que él conocía a quien conducía. En una de ellas, el profesor le contestó -¡Ah! Tu padre es maquinista-, el pequeño, orgulloso aclaraba -no, no, es mi madre.

Ninguno de los dos hijos continuará la saga familiar ferroviaria, ésta acaba con Loli, quien se jubiló el 31 de mayo de 2022 y sus compañeros y amigos le hicieron bonitas bienvenidas con flores a la llegada a Barcelona i Vilanova de los últimos trenes que ella misma conducía. Lo recuerda emocionada.

Cuando le preguntamos si quiere destacar algo de su vida laboral, sin lugar a dudas señala que ha podido cumplir su sueño de ser maquinista ferroviaria, pero le da pena cómo han cambiado las cosas en cuanto al respeto por parte de algunas personas hacia los trenes, un Bien Común de todos. Ella se exclama porque últimamente no se tiene la consideración necesaria ni hacia un medio que es de todos, ni hacia el resto de personas que sí viajan correctamente.
 


El 31 de mayo de 2022 en Sants yi Vilanova i la Geltrú, Con los dos últimos trenes que condujo Loli


Homenaje a otra mujer que lo hizo bien.

Ya estamos dando por terminado este recorrido informal que para el Museo servirá de celebración del Día de la Mujer 2023 y como testigo de un oficio ferroviario en el que las mujeres se incorporaron más tarde que en otros, cuando Loli pide, antes de terminar, rendir homenaje a una chica joven, con la que compartió un tiempo haciéndole de tutora de prácticas. Estamos hablando de Raquel Delgado Ortega, que desgraciadamente murió con 26 años, al poco tiempo de empezar su carrera de maquinista, en la línea de Manresa en un accidente. Loli remarca la bondad de esta persona y su profesionalidad como maquinista. A Raquel le gustaba mucho ser maquinista y poder seguir la saga que había empezado su padre; que era de Córdoba y estaba feliz de haber logrado su sueño, como lo hizo ella en su época.

Loli, ¡queda dicho!