Aurèlia Rosell

Aurèlia Rosell


Con motivo del Día Internacional de la Mujer, queremos resaltar uno de estos oficios ya extinguidos, ejercido desde el inicio por mujeres: el de guardesa o guardabarreras.

Se encargaban de la vigilancia de los pasos a nivel y del accionamiento de las barreras para proteger el paso de personas, carros y coches en un cruce con vías de tren.

En el Paso a Nivel del Museo se podrá ver desde el 8 de marzo de 2022 la figura de Aurèlia de joven desarrollando esta tarea.

Texto de su nieta confeccionado con los testimonios de sus hijas:

Mi abuela materna se llamaba Aurelia Rosell Palau. Nació en El Vendrell el 25 de septiembre de 1912, era la pequeña de siete hermanos. Su padre, Jaume Rosell Carreras, carretero de profesión, era también guardabarreras. La casita del paso, así era como le decían, se encontraba en medio de los campos, en las afueras del Vendrell, entre márgenes de piedra seca y bancales de algarrobos. Justo al lado de las vías, había un huerto, una higuera y un membrillo. La casita era pequeña y austera con el espacio justo para guardar los utensilios de trabajo, una silla y una estufa para calentarse y pasar el crudo frío del invierno. Aurelia le gustaba acompañar a su padre, hacerle compañía en las largas tardes tediosas, jugar al huerto y sacar la bandera roja para señalar el paso de los trenes. Cuando él murió le sustituyó en el paso a nivel. En este escenario la abuela conoció al que sería su marido, un fogonero bajito y apuesto que se llamaba Ramón Borrell Mateu. La abuela era una mujer, morena y fuerte; desde muy joven vestía de negro porque en una familia tan grande siempre se estaba de luto. En la foto del paso a nivel de El Vendrell debía tener unos dieciocho años, aunque el negro la hacía parecer mayor.

En 1935 se casó con Ramón que ya era maquinista y ya no volvería a ejercer de guardabarreras. Como tenía buenas manos para coser aprendió el oficio de modista. Se establecieron en Vilanova, en la calle del Col·legi. La casa hacía esquina con la calle de Correu y la calle de Sant Felip Neri, estaba bien situada cerca de la estación. Enseguida vinieron las niñas. Primero la Encarnación que se llevó el nombre de la abuela materna; después Dolors y por último Roser. Aurelia siempre estaba atareada porque el abuelo pasaba largas temporadas fuera de casa, le preparaba la comida para dos o tres días y la ponía en una cesta de mimbre que llevaba a la estación para dársela cuando pasaba con el tren. La cesta volvía a casa llena de naranjas, cerezas, mistela o avellanas según el recorrido del tren. Cuando el abuelo llegaba era una gran alegría para todas, la abuela se apresuraba a prepararle el baño y lavar la ropa sucia de hollín y grasa que nunca se limpiaba del todo. La abuela Aurelia era bien conocida en el barrio, siempre alegre y contenta le gustaba cantar, ir al cine y al fútbol. El juego de la pelota se convirtió en una auténtica pasión y nos da buena fe del carácter fuerte y emprendedor de esta mujer que murió a la edad de 55 años en su pueblo natal el día Santa Teresa, por la Feria del Vendrell.

Mónica Rovira Borrell


A continuación, reproducimos algunas notas bibliográficas de las características de este oficio:

Guardessa … La incorporación de las mujeres, trabajadoras al ferrocarril fue inmediata y estuvo marcada por una clara voluntad discriminatoria de las compañías que utilizaron este hecho para cubrir juegos de trabajo con sueldos más bajos que los retribuidos a los hombres en las mismas condiciones … las guardabarreras surgieron como mujeres que hacían un empleo complementario a sus trabajos domésticos siendo éste un incuestionable reflejo de la discriminación a la que estaban sometidas por su condición, no sólo por la cuestión salarial sino también porque no se las reconocía personalidad propia ya que en las nomenclaturas de las compañías aparecían como señora de, viuda de o hija de... el uniforme que se les otorgó no podía ser sino otra expresión más de discriminación tanto por ser diferente de los hombres, como por reafirmar su rol doméstico. En el MZA consistía para el invierno en un delantal de lana azul con una franja carmesí y un pañuelo de lana azul, y en verano se sustituía el pañuelo por un sombrero de paja con cinta de color carmesí de 3 cm. En la compañía Norte el uniforme se reducía a una capucha de hule para cubrir la espalda. En los primeros años de Renfe no se producen alteraciones y el uniforme sería el mismo que había confeccionado el MZA. En una fecha tan cercana a nosotros como es 1974, la categoría de guarda es abolida, pero no la discriminación, ya que lejos de integrar a estas trabajadoras dentro de la estructura regular, se les otorga como guardabarreras un uniforme que no es más que una bata...”

Fuente: Historia y Evolución del Uniforme Ferroviario.
Fundación de los Ferrocarriles Españoles, 1993-Madrid

“... el caso de las guardesas presenta algunas peculiaridades, ya que no sólo eran hijas de madre guardesa y padre ferroviario, sino que habitaban en las casillas junto a la vía, sin luz eléctrica ni agua, en muchos casos. De esta manera el adiestramiento femenino en el trabajo, su aprendizaje como guardabarreras, se producía dentro del grupo familiar. Por ello, una las mujeres entrevistadas, contestaba lo siguiente al plantearle la cuestión de cómo había aprendido su trabajo: "ya era una rutina, yo lo había visto tanto desde niña! ..."

Fuente: Las profesiones en Renfe. Un proyecto de historia oral. Pilar Diaz, Pilar Dominguez, Pilar Folguera, José María Gago. Seminario de Fuentes Orales.
Fundación de los Ferrocarriles Españoles, Aranjuez 2001.